Francisco Rivera sorprende con sus declaraciones: 'No me gustaría que mi hijo fuese torero'

El torero recogió el premio Belmonte a toda la dinastía Rivera Ordóñez Dominguín

Por hola.com

El pasado 9 de enero, tras un parto natural, rápido y feliz, vino al mundo Curro Rivera Montes en la clínica Sagrado Corazón de Sevilla. Nacía el primer hijo varón de Francisco Rivera después de dos niñas, Tana, de 20 años, y Carmen, de cuatro. Un niño que podría continuar la saga taurina de los Rivera Ordoñez, que se remonta a muchas generaciones, en las que ha habido 38 toreros en su familia, pero que de acuerdo con las últimas y sorprendentes declaraciones de su padre tal vez no sea así. Hasta ahora, el diestro no se había pronunciado sobre si le gustaría que su hijo heredase su pasión, pero esta vez sí lo ha hecho.

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"En mi familia hemos entregado nuestra vida al toro. No me gustaría que mi hijo se dedicara a este mundo. Es una profesión muy bonita, pero es la más dura y sacrificada”, señaló tras recibir el premio a la dinastía taurina de los Rivera Ordóñez Dominguín. "No me gustaría ver a mi hijo jugarse la vida delante de un toro, pero si el lo elige, le ayudaré”. Y confiesa que su mujer, Lourdes Montes, no podría soportarlo: “Sí a mí no me gusta a Lourdes imagínate, ella se muere”.

La pasada corrida Goyesca, celebrada el 31 de agosto en Ronda, Francisco Rivera no dudó en cumplir con la tradición y vestir a su hijo de torero. El pequeño Curro, con apenas siete meses, lucía su primer traje goyesco y lo hacía en brazos de su padre que se mostraba tremendamente orgulloso. Un traje, que además, tiene una gran historia detrás, ya que en su día fue de Francisco que también lo llevó siendo niño, y que también lució su sobrino Cayetano, el hijo de Cayetano Rivera y Eva González.

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El torero no quiere que continúe la saga taurina, pero sí que sus descendientes conozcan sus raíces. Meses antes de que naciera su hijo Curro, el diestro quiso que su sobrino Cayetano fuera poco a poco respirando desde bien pequeño la tradición familiar de la tauromaquia, por lo que le regaló una minitaleguilla en blanco y negro. El mismo día que su hermano tuvo ese gesto torero con su hijo, Cayetano le regaló su primer minicapote y le dedicaba estas sentidas palabras, llenas de cariño, en las que aventuraba que no se dedicaría al mundo del toreo: "Mi mundo no será el tuyo, pero te lo enseñaré. Conocerás tus raíces, nuestra historia. Aprenderás de él que hay que ser fuerte. Que tu adversario no siempre es tu enemigo. Que las cosas no son siempre solo lo que parecen...". Ya la feliz mamá, Eva González, había manifestado rotunda que no quería que su hijo se deciase a la tauromaquia. "De ninguna manera será torero. De eso, ya me encargaré yo".