El error que estás cometiendo si crees que tienes la piel sensible

Un problema cada vez más común ante el que los expertos recomiendan máxima prioridad

Por Mariana Chacón

Los dermatólogos ya nos avisaban a mediados de año de que cada vez eran más los pacientes que llegaban a consulta con irritaciones, erupciones y la piel más sensible que antes. El uso de la mascarilla es la causa principal, según los expertos, de todos estos nuevos casos y es por esto que las rutinas de cuidado de la piel se han vuelto aún más importantes. Y es que un ritual de limpieza bien planteado, por ejemplo, es el gesto que te salva del maskné, los temidos granitos que salen por llevar todo el día el rostro tapado. Si entras en este grupo cada vez mayor de mujeres que usan la palabra 'sensible' cuando describen su rostro, debes saber que los especialistas no consideran a estas alteraciones como una tipología de piel, sino como un problema que hay que tratar y que, buena noticia, sí tiene solución. 

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Es un problema, no un tipo de piel

"La sensibilidad no es una tipología sino un problema. Se puede tener la piel mixta, grasa o seca, y además, sensible. Independientemente de ese factor, el tratamiento de su sensibilidad debe ser la prioridad", sentencia Paola Gugliotta, Doctora en Dermocosmética y fundadora de APoEM, sobre las alteraciones en forma de irritación, urticaria, rojeces... que cada vez afectan a más mujeres. La experta explica que hasta un 70% de la población asegura que su piel es sensible, sin embargo, lejos de tratarse de un término utilizado en medicina, es en realidad un manera coloquial de referirse al tipo de reacciones que te describíamos antes y que suelen aparecer tras rozar el cutis con determinados tejidos, usar cosméticos nuevos, sufrir cuadros de estrés o por motivos estacionales. Para solucionarlo, los profesionales enumeran los gestos con los que combatir estos desequilibrios:

Visita obligada

Ir al dermatólogo es clave en este caso, y es que, por mucho que los autodiagnósticos a golpe de click sean cada vez más comunes, no por ello son recomendables. "Él será el encargado de determinar si se trata de una piel que reacciona con sensibilidad ante determinadas circunstancias o si existe un problema dermatológico real como eccema, rosácea, cuperosis o dermatitis de contacto por motivos alérgicos", explica Paola Guggliotta, quien añade cuál es la precaución que aquellas con piel sensible nunca deben olvidar antes de probar un nuevo cosmético: realizar una prueba de alergia. "Mi experiencia es que las personas con piel sensible no cumplen con el más básico de los pasos, que es hacer una prueba de alergia que pasa por probar el producto detrás de la oreja durante varios días. Si no se produce reacción, se puede empezar a probar en un trocito de la piel, por ejemplo la mejilla, que normalmente es la parte más reactiva", recomienda. 

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Limpieza: el gesto estrella

Siempre ha sido un paso fundamental en cualquier rutina de cuidados, incluso entre las más minimalistas, pero ahora, irse a la cama sin lavarse la cara es un hábito simplemente imperdonable: "El hecho es que la mascarilla crea un espacio estanco poblado por los residuos que exhalamos al respirar. Ya se ha acuñado el término maskné para aludir al acné provocado por el uso de la mascarilla, y para ello la única solución posible es aplicarse mucho con la limpieza. Si es posible limpiar tras cada ‘enmascaramiento’, mucho mejor: así retiraremos las impurezas que se acumulan en la piel", aconseja Eva Raya, co-fundadora de la firma natural premium Alice in Beautyland. 

Ingredientes prohibidos

Leer la lista de activos que contiene la fórmula de tus cosméticos es un salvavidas para tu piel y, para convertirte en toda una experta, la fundadora de APoEM señala a los más peligrosos, como el "alcohol, fragancias ya sean naturales o sintéticas, sustancias antibacterianas, ingredientes desodorantes, retinoides, alfahidroxiácidos, betahidroxiácidos (especialmente si se tiene la piel muy seca)". ¿Otro ingrediente prohibido? Los polémicos sulfatos: "Cuando más se daña la barrera hidrolipídica, tan precaria en las pieles sensibles, es durante la limpieza, por eso debe evitarse cualquier producto que contenga sulfatos en su fórmula porque su gran capacidad de limpieza no solo consigue arrastrar con toda la suciedad, sino también con las grasas naturales presentes en esa barrera protectora. Reconocerás a los sulfatos en la lista de ingredientes porque contienen tres palabras y la última de ellas siempre es 'sulfate'", aclara la Doctora en Dermocosmética. 

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¡Cuidado con la exfoliación!

Si eres de las que repite este gesto un par de veces por semana y también tienes la piel sensible, Gugliotta va a convencerte de que dejes de hacerlo: "Hay muchísimos estudios científicos que demuestran que una persona que tiene la piel sensibilizada, tiene una barrera hidrolipídica que no funciona correctamente y no ejerce su labor de protección. Es como una malla con huecos muy grandes que deja que todo traspase, lo bueno y lo malo. Con lo cual, cualquier tratamiento que vaya a destruir, a deshacer, a minimizar las capas superiores de la piel, es peligroso. Ni la exfoliación mecánica, ni la más suave, (enzimática), estarían recomendadas”.

Doble precaución

Por último, recuerda que si bien los cuidados son importantes durante todo el año, ahora más: "Las pieles sensibles suelen ser más reactivas en invierno que en verano: las bajas temperaturas, la sequedad, el viento y la diferencia de grados entre el interior de las casas y el exterior, suelen pasarles factura. Por eso conviene redoblar la barrera lipídica a base de hidratación, evitar esos cambios de temperatura bruscos y nunca exponer la piel al agua muy caliente", concluye la experta de APoEM, una marca de belleza que cuenta en su gama Calm con un tónico, una crema hidratante y un aceite especialmente formulados para pieles sensibles.