Los inquietantes efectos de la contaminación sobre la conducta humana

Un estudio revela que la polución podría estar detrás de males como la hiperactividad o el déficit de atención.

Por Gtresonline

La contaminación es una de las grandes protagonistas de nuestro siglo y no precisamente para bien. Las consecuencias que está teniendo la polución en todas sus variantes están contribuyendo de forma directa a que el calentamiento global siga creciendo a una velocidad vertiginosa. Del mismo modo, los efectos perjudiciales de la contaminación afectan de manera directa e individual a la salud del individuo a medio y largo plazo, contribuyendo a la aparición de enfermedades respiratorias agudas, males crónicos como el cáncer de pulmón y dolencias cardiovasculares.

Sin embargo, un nuevo estudio publicado recientemente por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), asegura que la polución también incide de manera importante en los trastornos de conducta. Se trata de un trabajo en el que se asocia la exposición residencial a la contaminación atmosférica durante el embarazo con determinados fallos cerebrales que contribuirían a una reducción de la capacidad cognitiva de niños y niñas en edad escolar.

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Los reveladores datos del estudio han puesto de manifiesto que existe una relación entre la exposición a la contaminación atmosférica y ciertas dificultades en el control inhibidor (entendido como la capacidad de regular el autocontrol y el comportamiento impulsivo). Esta relación daría explicación a problemas de salud mental como determinadas pautas adictivas, diversos trastornos por déficit de atención o hiperactividad. Se demostraría con este trabajo que la exposición del feto a determinadas partículas da lugar al desarrollo de una capa externa de cerebro o corteza más fina en algunas áreas de ambos hemisferios. Una relación que se materializa, según los expertos, en determinadas anomalías en el control inhibidor.

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Estas potentes conclusiones han visto la luz en Holanda tras estudiar los casos de 783 niños y niñas en el vientre materno y su exposición a la contaminación atmosférica durante la gestación. Para llegar al resultado final se realizó un trabajo de monitorización del aire (con el fin de determinar los niveles de dióxido de nitrógeno con diferentes tipos de partículas), posteriormente, se estudió la forma del cerebro de los niños, alcanzada la horquilla de edad de entre 6 y 10 años por medio de imágenes de resonancias magnéticas. Un laborioso y largo trabajo que arrojó la conclusión convertida hoy en noticia, quedando demostrada la relación directa entre la exposición a particulas finas con las alteraciones morfológicas del cerebro y, por tanto, en el control inhibidor.

Lo más curioso de este resultado es que esta causa y efecto se dio incluso a pesar de que los niveles de partículas contaminantes no excedieron de los límites que impone la Unión Europea (solo el 0’5% de las mujeres y niños estudiados estuvieron en contacto con niveles considerados como no seguros). Un peligro puesto de manifiesto por Mónica Guxens, investigadora de ISGlobal y coordinadora del revelador estudio: "Se concluye que  no podemos garantizar que los niveles actuales de contaminación de las ciudades sean seguros".