Psicología

Nada es verdad ni mentira, descubre el efecto Rashomon

Es un término aplicado en la filosofía, la psicología, el arte y la justicia, justifica cómo y por qué recordamos un acontecimiento o una situación de determinada manera.

Por Laura Bech

Rashomon es un término que se utiliza para referirse a la manera en la que nuestros recuerdos están condicionados por diferentes circunstancias. Se trata de comprender que cada descripción o narración de un suceso puede tener tantas versiones como personas que la hayan vivido y ninguna de estas ser mentira. 

El efecto Rashomon permite diferenciar entre aspectos muy sutiles, recuerdos borrosos y detalles en lo que otras personas no han reparado. El hecho principal no se altera, pero si los ingredientes. Suele ocurrir cuando un juez confronta a dos testigos que dan versiones alteradas de un mismo hecho. El grado de dolor o frustración que provoca lo sucedido tiñe los recuerdos y cómo los hemos percibido. Imagina como recuerdas el día más feliz de tu vida y cómo lo haces con el peor. Probablemente hasta cambien los rasgos de tu rostro. Esas emociones cuentan en el momento de almacenar la información como recuerdo. 

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¿Cómo surge este concepto?

El término Rashomon se hizo popular  en 1950 cuando Akira Kurosawa estrenó la película que lleva ese nombre. Es la historia de la muerte de un samurai y una agresión tremendamente violenta a su esposa. En la película, el talentoso director japonés plantea una estructura diferente a lo que se hacía en aquellos años, yuxtaponer escenas de los personajes implicados en los hechos. De esta manera hay una historia general y cuatro minihistorias que sirven para configurar un panorama de lo que en verdad ha ocurrido. 

Gracias a Kurosawa, el cine, la psicología y hasta la justicia acuñan la palabra Rashomon para definir una situación en la que se presentan varias ‘verdades’. Por cierto, la película del director japonés está basada en dos cuentos de Ryūnosuke Akutagawa. Mucha literatura actual cuenta con este recurso que sirve tanto para narrar como para comprender el testimonio de una persona. Agota Kristof, aborda en el libro ‘Claus y Lucas’ la visión de los mismos hechos según distintas miradas. El escritor norteamericano Chuck Palahniuk lo hace de la misma manera con ‘El club de la lucha’, llevada al cine por David Fincher. En historias de misterio, criminales o juicios es una técnica que funciona muy bien y que provoca en el espectador un interés especial por la ambigüedad de los testimonios y el grado de implicación que demanda por parte de este. 

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Nadie miente o, al menos, todos los hacemos un poco

Rashomon no es una excusa para contar ‘mi verdad’ se trata de comprender y aceptar como algo natural que, al describir o recordar un hecho lo hacemos imbuidos de recuerdos que afectan nuestra percepción. ¿Existen tantas realidades como personas que la cuenten? En parte sí, aunque el hecho concreto sea uno. La memoria es subjetiva, por lo tanto, fiarnos exclusivamente de un relato podría ser muy peligroso, aunque la persona no esté mintiendo. La percepción es personal y está condicionada por muchos factores como la sociedad, la educación, los valores personales, la religión y los hechos trascendentales que marcaron la vida de la persona que relata. 

Podemos hablar de dos clases importantes de Rashomon, según el prestigioso filósofo Hegel, el yo y el nosotros. En el testimonio ‘yo’ prima la visión personal, la persona solo valora su punto de vista, es incapaz de ser objetivo o de trascender su propia visión de los hechos. De cierto modo cree  que lo que sucedió es una verdad absoluta. Cuando el relato de un hecho es clasificado como ‘nosotros’, estamos en presencia de una persona que su percepción está basada en la existencia de otras personas, es consciente que su descripción de los sucedido está condicionada por ciertos aspectos, como la cercanía, el tiempo y las emociones, claro que su recuerdo también tendrá una parte subjetiva y personal, pero de manera más mesurada. 

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