Al final todo saldrá bien. Esa es la traducción del término Petta Redast, la filosofía islandesa que define cómo los habitantes de ese país se enfrentan a la vida y los problemas: con tranquilidad, una actitud relajada y sentido del humor. Un estilo de vida que vendría a defender la actitud que fomenta el conocido refrán: "si la vida te da limones, haz limonada". Su justificación es muy sencilla, y es que, según ellos mismos afirman, si no puedes controlar lo que sucede a tu alrededor, lo mejor es ser paciente, dejar las preocupaciones a un lado y confiar en que, tarde o temprano, todo se solucionará. Una manera optimista de ver la vida que, ahora más que nunca, deberías tratar de aplicar. 

Pero, ¿cómo puedes conseguirlo? Dejar de preocuparte de la noche a la mañana por los problemas es, lo sabemos, muy complicado. Pero lo que defiente la cultura islandesa no es sino confiar en que de alguna forma las cosas terminarán por solucionarse, por muy complicadas que parezcan. El secreto reside en no agobiarte por eso que no puedes controlar y centrarte en mejorar las cosas sobre las que tienes cierto dominio. Redecorar tu casa para convertirla en un espacio sostenible, recurrir a la cromoterapia para transformarla en un hogar más feliz y optimista, empezar una dieta saludable a través de las 6 claves de la crononutrición o entrenarte para combatir el estrés son tareas útiles que dependen de tu control y con las que puedes tratar de distraerte y ocupar tu tiempo. 

Y es que, aunque esta forma de pensar pueda parecer algo extraña, en contexto, tiene todo el sentido del mundo. Islandia ha sido siempre un lugar a merced de las fuerzas de la naturaleza, con tormentas constantes, vientos que pueden alcanzar la energía de un huracán y días de hasta solo 4 horas de luz. Se trata de un país que ha tenido que hacer frente a todo tipo de desastres naturales, como la erupción del volcán de la isla de Heimaery hace 50 años, que forzó la evacuación de los 5.000 habitantes de la zona, o la avalancha masiva que solo 22 años después enterró parte de la ciudad de Flateyri.

Condiciones que han enseñado a los islandeses a ceder el control y confiar en que todo terminará de la mejor manera posible. Una filosofía que les permitió dar la vuelta al colapsó económico que sufieron en 2008 y la erupción del volcán Eyjafjallajökull en 2010, para darse a conocer y terminar por convertirse en destino turístico, uno de los principales motores de su economía actual, demostrando la eficacia de su forma de vida. Y tú, ¿te animas a practicar el Petta Redast?