Adiestramiento

Cómo enseñar a mi cachorro a que deje de morderme

Uno de los instintos más arraigados de los canes es la pulsión de marcar y morder, lo hacen con sus juguetes como reflejo de caza.

Por David Navarro

La llegada a casa de un cachorro es una de las situaciones que probablemente traigan consigo más alegría e incertidumbre, sobre todo si es la primera vez que esto ocurre: todo es nuevo para nosotros y queremos hacer lo mejor para nuestro perro, que todo sea favorable, que se adapte bien a nuestro hogar aprendiendo todo lo necesario para ser feliz y convivir con nosotros. Sin embargo, educar a un cachorro a veces no es fácil y pueden surgir pequeños conflictos que si no son atajados a tiempo a la larga podrían incluso convertirse en problemas de comportamiento relevantes. Una de estas situaciones que pueden desencadenar en un mal comportamiento de adulto consiste en tratar de mordernos como parte del juego.

Los cachorros son curiosos y expresan estas ganas por interactuar con el medio en forma de juego. De la misma forma que un niño humano basa gran cantidad de su tiempo e interacción a buscar y conocer los límites, los perros jóvenes también experimentan con dinámicas de juego que les permiten ahondar en qué se espera de ellos, cómo relacionarse con los demás y hasta qué punto ciertas pulsiones instintivas como morder, pueden ser constantes y contínuas o deben ser reprimidas y limitadas.

No todos los perros tienen la necesidad constante de jugar a morder, aunque lo cierto es que es bastante común que casi cualquier can disfrute de este juego. Si bien morder a una presa, un hueso o un juguete ya es de por sí un instinto profundamente arraigado en su cerebro, hacer esto mismo con sus iguales y con seres humanos constituye, no una forma de agresión, sino de juego. Incluso los perros adultos mejor educados pueden alternar de vez en cuando el hábito de posar sus dientes sobre nuestra piel, controlando la mandíbula pero rozando en posición de mordida simulada. El problema surge con los cachorros, cuando este gesto de juego se hace contínuo y, por ser un cachorro y estar en búsqueda de límites, cada vez parece que aprieta más, o fruto del fragor del juego puede incluso lastimarnos por imprimir demasiada pasión a su mordida.

Leer más: Limita el instinto de caza de tu perro con estos consejos

Consejos para inhibir la mordida

Debemos ser conscientes de que un cachorro, a priori, no realiza esta mordida para agredir ni porque nos vea como a una presa, sino que forma parte de su desarrollo como perro, esa búsqueda de límites se convierte en un juego. Si tenemos en cuenta que esto para él es un juego (y no queremos que se convierta en algo más serio), podremos trabajar en su educación teniendo en cuenta que cualquier reacción por nuestra parte que le confirme y asiente la creencia de que esto es divertido y que forma parte de un ‘toma y daca’ lúdico será muy negativo para su adiestramiento.

Si detectas este gesto en tu perro te recomendamos que no dejes pasar el tiempo, es mejor que se inhiba este acto cuanto antes, pues si el perro alcanza una edad adulta con esta costumbre revertirla será mucho más complejo. Para ello, cada vez que él te muerda o simplemente pose sus dientes con intención de marcar tu cuerpo debes de expresar tu disconformidad con un sonido contundente: ‘¡basta!’ o ‘¡no!’. Apreciarás en su mirada y actitud que tras este frenazo por tu parte el perro espera más información, este es un momento clave que además se asemeja mucho al comportamiento de los niños, si en ese momento sonríes o sigues jugando estarás cometiendo un error, pues el perro entenderá que esa llamada de atención era parte del juego, y que seguís pasándolo bien, por lo que en breve volverá a morderte y no estará aprendiendo nada.

En cuanto el perro nos muerde o marca nuestra piel o ropa, debemos alertarle de que esto nos desagrada, hacerlo generalmente siempre con la misma palabra de rechazo, e interrumpir el juego brevemente. Debes hacer un corte completo a la actividad que estáis haciendo, generando un ‘cortafuegos’ en su comportamiento y frenando vuestra dinámica lúdica, no hace falta que te vayas muy lejos, con medio minuto de pausa será suficiente. Solo en el caso de que el perro insista mucho en seguir jugando deberás separarte de él.

Leer más: ¿De verdad existen los ‘celos’ caninos?

Lo importante de frenar el juego no es castigar su actitud, mostrarnos enfadados o reprenderlo, todo lo contrario. No es nada recomendable que en nuestra forma de expresar este corte de actividad exista el poso de que se trata de un castigo, no serviría de nada pues el perro se sentiría rechazado y contrariado. El único objetivo que perseguimos es informar de que la mordida nos duele, y detener el juego. Una vez que el perro se haya calmado, dando el juego por terminado, se haya quedado sentado o tumbado, o esté curioseando otra cosa, podemos volver a atraerlo para seguir jugando. 

¿Sólo han pasado 20 segundos desde que paramos el juego y pensamos que es poco tiempo para reiniciar el juego? Siempre que el perro haya cambiado su foco de atención, esté relajado, o distraído con otra cosa, el juego puede reiniciarse. Distinto sería si el perro está saltando sobre nosotros, y sigue haciendo el gesto de marcar, en ese contexto para él significaba que no hemos detenido el juego, y que simplemente está tratando de que exista una mayor interacción, es decir: él cree que nuestra aparente frialdad es parte del juego. Si en este supuesto volvemos a jugar con él, no habrá servido de nada nuestra advertencia y probablemente en los siguientes minutos vuelva a mordernos.

Es muy importante que los cachorros con fuerte pulsión por marcar con los dientes e incluso morder dispongan de juguetes que sean una alternativa a nuestro cuerpo. Algunos dueños de perros piensan que hay que eliminar completamente este hábito para que no lo reproduzca en nosotros ni en otros humanos, y por este motivo eliminan los juguetes susceptibles de ser mordidos o reprenden a sus perros cuando les muerden, para atajar este problema de raíz. Esto es un error muy grave, el perro lleva en su programación más profunda el instinto de morder, lo necesita, forma parte de su socialización y desarrollo como can, no podemos extraerlo, pues estaríamos agravando el problema. Precisamente, debe derivar esta necesidad hacia objetos inanimados no sintientes, y que esto favorezca el refuerzo de que sí existe un límite al morder a los seres humanos, pero sin embargo puede hacerlo con juguetes.

Leer más: Consejos para hacer senderismo con tu perro (y algunas rutas que no debes perderte)