En el primero de los retratos se ve a un hombre llamado Steven Frank, originario de Ámsterdam y de 84 años, junto a sus dos nietas Maggie y Trixie, de 15 y 13 años.En ella Frank aparece sosteniendo una cacerola llena de significado para él. Steven y sus dos hermanos fueron tres de los 93 niños que sobrevivieron en el campo de concentración, de los 15,000 niños que fueron enviados allí. Mientras estaban en Auschwitz, su madre era una de las encargadas de lavar la ropa de los prisioneros a cambio de una pequeña cantidad de pan que ella misma echaba en miguitas en la sartén junto a agua caliente para convertirlo en una masa. Una cucharada de esa pasta era lo que daba a sus hijos para mantenerlos vivos, negándose ella a probar un bocado. Este acto de bondad de su madre, fue el que le salvó la vida y, es por ello, que siempre ha querido conservar con él esta olla.