Chipre, la isla mediterránea más exótica también es pura naturaleza

Es su idílico litoral de playas cristalinas lo que más suena de esta isla mediterránea, pero menos sus montañas. Y ahí está su interior montañoso, con los montes Troodos como reclamo. Este recorrido por su naturaleza se aliña con ecos de la mitología y valiosos yacimientos de civilizaciones perdidas.

Por NOELIA FERREIRO

Chipre es una isla mediterránea exótica y famosa por su idílico litoral, catalogado entre los más limpios del mundo. Quizás algunos sepan que, frente a su costa, la magia poética de la Antigüedad sitúa el lugar exacto donde un buen día emergió de la espuma Afrodita, la diosa del amor y la belleza. Por lo que quizás no sea tan conocida es por su naturaleza. A un par de horas del mar. Recorrer los montes Troodos, a través de caminos rurales, hasta llegar a su techo, el monte Olimpo –no confundir con su homólogo de Grecia–, es descubrir su rostro más salvaje.

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PAFOS, EL INICIO, AQUÍ NACIÓ AFRODITA

Pafos, a la orilla del mar, es un buen punto de partida para emprender la ruta ascendente que lleva hasta este rincón conocido como la Suiza chipriota. Lo primero que hay que hacer es descubrir todo el legado arqueológico que descansa en esta ciudad Patrimonio de la Humanidad, que en 2017, además, fue Capital de la Cultura Europea. Empezando por Petra tou Romiou, las rocas donde la leyenda señala el nacimiento de Afrodita, y terminando por los yacimientos que la convierten en un museo viviente de la Edad Clásica: los Mosaicos con representaciones mitológicas y las Tumbas de los Reyes, restos de una necrópolis subterránea con sobrecogedoras vistas al Mare Nostrum. Obligatorio también deambular por el puerto de Pafos hasta el castillo medieval.

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EL MUNDO RURAL DEL PINTORESCO VALLE DE DIARIZOS

Por carreteras sinuosas de montaña se realiza la subida a Troodos, donde crece casi la mitad de las 140 plantas únicas de Chipre y con unz zona declarada reserva natural. Tras atravesar el pintoresco valle de Diarizos, entre pinos, cipreses y cedros, a cada tanto, en las vueltas y revueltas irrumpen aldeas adormecidas, completamente ajenas al progreso de la costa. Desde sus casas de arquitectura popular, los hombres saludan desde sus sillas de enea, mientras las mujeres ofrecen bordados, dulces de fruta, queso de cabra… Y si se tercia, en la cara sur del macizo, donde las condiciones son óptimas para la vid, se prueba el vino dulce de Commandaría, uno de los más antiguos del planeta.

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CASCADAS DE KALEDONIA

Kedares, Agios Nikolaos y Omodos son algunas poblaciones imperdibles antes de llegar a Platres, cerca del pico del Olimpo, donde una corta caminata llevará a las cascadas de Kaledonia. Y aunque desde aquí las vistas resultan soberbias, alcanzar la cima del coloso ya son palabras mayores. 

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DE MONASTERIO EN MONASTERIO

Pero el viaje no estaría completo sin visitar alguna iglesia bizantina. Y es que todo Troodos está salpicado de estos austeros santuarios, ocultos en valles remotos. La sorpresa aguarda en su interior, cuando se contemplan los muros recubiertos de coloridas escenas bíblicas. Son estas pinturas las que han llevado a la Unesco a declarar a diez de estos templos Patrimonio Cultural. Entre ellos, Stavros tou Agiasmati, Timiou Stavrou, Agios Ioannis… Una lista que excluye al monasterio de Kykkos, en las inmediaciones del Olimpo, alejado del mundanal ruido. Se trata, sin embargo, del más grande, importante y rico, con un icono, la Virgen de la Misericordia, del que se dice que fue pintado por el mismísimo San Lucas.

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Y SI TE GUSTA LA ARQUEOLOGÍA...

No dejes de visitar Kourion. Con un pasado tan glorioso, Chipre es un paraíso para los amantes de la arqueología. Pero, de entre todos sus tesoros (Kition, Choirokoitia…), ninguno como esta antigua ciudad grecorromana, con su teatro asomado a la punta de un precipicio y sus columnas corintias recortándose ante el Mediterráneo. El atardecer, con sus luces doradas, es el mejor momento para recorrer este yacimiento que se emplaza en Limassol, bajando por la costa sureste desde Pafos.

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MUY PRÁCTICO

CÓMO LLEGAR

Chipre cuenta con dos aeropuertos internacionales, curiosamente ninguno de ellos en la capital. Desde España no existen vuelos directos, aunque sí compañías de bajo coste que los operan con escala. Aegean Airlines vuela a Larnaka desde Madrid y Barcelona, vía Atenas; mientras que Ryanair ofrece vuelos a Pafos vía Bruselas. 

DÓNDE DORMIR

En Pafos, en Almyra Hotel (almyra.com), un exquisito hotel con spa y vistas al mar que es todo un exponente de buen gusto: impecable arquitectura contemporánea, cálida decoración blanca. También en Annabelle Hotel (annabelle.com.cy), cuyos extensos jardines a la orilla del Mediterráneo, lujosas habitaciones, cuatro restaurantes y cinco bares hacen de este cinco estrellas uno de los mejores hoteles de Pafos. En las montañas, concretamente en la pintoresca aldea de Lofou, Apokryfo (apokryfo.com) es un hotel-boutique encantador con habitaciones en casas de piedra elegantemente decoradas. 

DÓNDE COMER

Mención especial merece la gastronomía de Chipre, variada y exquisita, muy similar a la griega aunque con sus matices. En ella nada hay más característico que sus irresistibles mezzes, una suerte de aperitivos o entrantes que suelen incluir la colorida ensalada con queso feta, el halloumi (un queso autóctono asado a la parrilla) y los famosos humus y tzatziki (pasta de yogurt con menta y pepino). Todos los restaurantes los incluyen, aunque nunca saben mejor como en las típicas tabernas chipriotas con su mantel a cuadros y su música tradicional. Entre ellas, Seven St Georges Tavern (Anthipolochagou Georgiou Savva, 37), en Pafos, donde no defraudarán sus deliciosos platos caseros. Otra buena opción es Bath of Aphrodite Café, un restaurante de exquisito marisco y pescado con unas vistas espectaculares al mar, al lado de los famosos Baños de Afrodita.