Hay nombres de recetas realmente curiosos en distintos lugares de España; platos tradicionales cuya denominación no suele tener nada que ver con sus ingredientes o su forma de elaboración.
Seguro que hay muchos más, pero rescatamos 9 de ellos y te contamos también qué ingredientes necesitas para prepararlos y cómo cocinarlos. Curiosea y descubre qué son platos como el 'matamaríos', el remojón, los duelos y quebrantos, los huevos tontos, o el atascaburras, entre otros.
Empezamos por esta porque se trata de una sopa fría, muy parecida al gazpacho pero sin tomate y con almendras. Muy típico de Córdoba se cree que su origen podría estar en el pueblo sumerio que ya hacían algo parecido.
Se hace en varios lugares de Andalucía y especialmente en Granada. Es una refrescante ensalada de bacalao con naranja que también suele llevar huevo cocido, cebolleta y aceituna negra.
El nombre de 'tiznao' viene de que en sus orígenes este plato de Castilla-La Mancha se preparaba en las brasas. Nosotros empleamos el horno para asar las verduras y luego juntarlas con migas de bacalao desalado.
Este curioso nombre hace referencia a un plato manchego que aparece mencionado en la primera página del Quijote, una de las obras de literatura más universales. Se compone de huevo, chorizo y panceta.
Seguramente el apelativo de 'tonto' proceda de lo simple que es esta receta, que nació para aprovechar los restos de pan duro y convertirlos, con leche, ajo, perejil y huevo, en una especie de buñuelos.
El zarangollo es un sencillo revuelto de calabacín y cebolla -que nada tiene que ver con el zorongollo extremeño, a base de pimiento, tomate, cebolla, huevo y ajo-. Su origen es murciano y fue heredado de los judío-sefardíes durante la Reconquista y más concretamente de un plato que ellos hacían llamado alboronía, con calabaza.
Muy popular en Andalucía, el nombre de esta sopa hace alusión a sus orígenes que, al solo prepararse con espinas, se decía que era un plato matamaríos. Hoy, además del pescado entero, se elabora con varias verduras.
Este es un plato de la cocina tradicional manchega, que se hace, sobre todo en invierno -y con mortero según manda la forma más ortodoxa-, con patata, bacalao desalado, ajo y aceite de oliva. Parece que lo inventaron unos campesinos y que tras comerlo comentaron de él "harta hasta a las burras", de donde podría venir el nombre.
Es un guiso castellano, muy típico en Burgos, cuyo término 'podrido' aquí hace alusión a la cantidad de ingredientes que lleva, en el sentido de poderosa. Y también porque antaño los ingredientes se cocían durante tanto tiempo que, en sentido figurado, era como si 'llegaran a deshacerse o pudrirse'.