Las paredes rocosas que coronan los cañones del Alto Tajo albergan importantes poblaciones de águila reales y de buitres leonados. Mirar al cielo aquí es todo un aliciente… También, buscar los misterios que esconden las profundidades de la tierra, en esas simas que se reparten en las inmediaciones de la capital, Peralejos de las Truchas, cuyos límites los marcan la serranía de Cuenca y la sierra de Albarracín.
Si en Poveda de la Sierra hay que buscar su fabuloso salto de agua (en la imagen) y en Zaorejas su acueducto romano, los más aventureros deben dejarse caer por la laguna de Taravilla, a la que se puede acceder por una pista desde el puente del Martinete.
Las emociones se disparan aún más al contemplar hitos históricos, como el monasterio agustino de Santa María, del siglo XIII, en Buenafuente del Sistal, y naturales, como las salinas de la Inesperada, próximas a la zona conocida como Hundido de Armallones, paraje que se formó en el siglo XVI tras derrumbarse las estructuras rocosas más cercanas. Y mientras, el río que sirve de guía sigue su camino entre gargantas y cortados.
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