A Ávila la abraza una muralla medieval que es un libro de historia de la ciudad. Así que para conocer su pasado y también su presente nada mejor que pasar dos días entretenidos entrando y saliendo por sus nueve puertas, descubriendo lo que guarda a uno y otro lado la cuna de Santa Teresa. Entre paseo y paseo, una (o muchas) pausas para el tapeo. Esta pequeña y silenciosa ciudad de alma mística resulta perfecta para una escapada.